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XCIV

Quando llegué vencido y vi la tierra
tan nombrada en el mundo, q. en su seno
tantos piratas cubre, acoge, y cierra,

No pude al llanto detener el freno,
que á mi despecho, sin saber lo que era,
me vi el marchito rostro le agua lleno.

Ofrescióse á mis ojos la libéra
y el monte donde el grande Cárlos tuuo
leuantada en el ayre su vandera,

Y el mar que tanto esfuerço no sostuuo,
pues mouido de embididia de su gloria,
ayrado entonces mas q. nunca estuuo.

Estas cosas boluiendo en mi memoria,
las lágrimas truxeron á los ojos,
mouidas le desgracia tan notoria.

Pero si el alto Cielo en darme enojos
no esta con mi vertura conjurado,
y aqui ne llena muerte mis despojos,

Quando me vea en mas alegre estado,
si vra. intercession, Sr. me ayuda
a verme ante Philippo arrodillado,

Mi lengua balbuziente y quasi muda
pienso mouer en la Real presencia,
de adulacion y de mentir desnuda.

Diciendo: « Alto Sr., cuya potencia
sujetas trae mill barbaras Naciones
al desabrido yugo de obediencia,

Á quien los Negros Indios con sus dones
reconoscen honesto vassallage,
trayendo el oro acá de sus rincones:

Despierte eu tu Real pecho el gran coraje
la gran soberbia con que una vicoca
aspira de contino á bazerte vitraje.

La gente es mucha, mas su fuerça es poca,
desnuda, mal armada, que na tiene
eu su defensa fuerte muro o roca.

Cada vno mira si tu armada viene,
para dar á sus pies cargo y cura
de conseruar la Vida que sostiene.

    hallan en la comedia de Cervántes titulada El Trato de Argel, en boca de Saavedra. Con esto se prueba que es de Cervántes la epístola, y que Saavedra es él.