Sin mas precedente que esto, el enemigo se detuvo, y yá al dia siguiente se disponia a emprender la fuga, volviendo sobre sus pasos.
Estaba claro, ellos venian á posesionarse tranquilamente de nuestras poblaciones, no contaban con ninguna oposicion, porque creian indefensas nuestras fronteras, y por eso la vista de nuestros bizarros defensores les bastó, para emprender el camino del cobarde.
Mas, para entonces, el denodado capitan ciudadano Crecencio Medina con un escuadron del regimiento N. 3, y una mitad de la compañia de cazadores del batallon N. 18, al mando del teniente Soilo Almada se habia adelantado, y se encontraba en el camino que debia llevar el enemigo. Era el dia ocho de mayo ; este marchaba en columnas compactas formando cuadro, dentro del cual llevaba su abasto, petrechos y demas bagajes. El capitan Medina ocultó su infanteria, y él con su escuadron se colocó de manera á caer sobre la columna á la primera descarga de la infanteria. Era un acto atrevido de especial arrojo, pero que podia traer consecuencias muy favorables, como realmente sucedió.
El enemigo emprendia su fuga descuidado, y muy lejos de pensar que nuestras fuerzas se encontrasen yá a su paso, así fué que la descarga de la infanteria hecha á boca de jarro, y la inmediata arremetida de la caballería le sorprendió completamente, y la lanza y la bayoneta se empaparon en la sangre de los invasores, que se pusieron en dispersion, cubriendo el campo con sus cadáveres. Como dos batallones de una de las alas tuvo lugar de reunirse, y formar cuadro, el alferez Alejos Torres con una guerrilla cargó el cuadro que encontró todavia descubierto un costado por donde entró y lo dispersó completamente. Se calcula al enemigo una pérdida de 200 hombres en esta accion, mientras de nuestra parte no alcanzó á 16. El castigo fué terrible, y las proezas de nuestros bravos son dignas de toda ponderacion, pues ha vencido allí á un enemigo infinitamente superior en núméro y elementos.