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Entonces, cuando a la explosión mi mandíbula se descolgó bruscamente, y sentí un inmenso hormigueo en la cabeza ; cuando el corazón tuvo dos o tres sobresaltos, y se detuvo paralizado ; cuando en mi cerebro y en mis nervios y en mi sangre no hubo la más remota probabilidad de que la vida volviera a ellos, sentí que mi deuda con la cocaína estaba cumplida. ¡Me había matado, pero yo la había muerto a mi vez !

¡Y me equivoqué ! Porque un instante después pude ver, entrando vacilantes y de la mano, por la puerta de la sala, a nuestros cuerpos muertos, que volvían obstinados...

La voz se quebró de golpe.

—¡Cocaína, por favor ! ¡Un poco de cocaína !


La Poule égorgée

Les quatre rejetons idiots du couple Mazzini-Ferraz étaient assis tout le long de la journée dans la cour sur un banc. Ils avaient la langue entre les lèvres, les