ANNEXE



Nous devons à l’amitié de notre infortuné compagnon d’armes Marquès da Cruz ce numéro du journal paraguéen El Semanario de l’Assomption, trouvé par lui, à Curupaïty, en mai 1868, peu de temps avant sa mort, et qui est pour nous, comme témoignage contradictoire, d’une très grande valeur. Ce miroir, fidèle quant à la suite des faits autant que mensonger dans leur appréciation, fait bien voir l’exactitude de notre récit et la nature terrible des périls où s’est trouvée la colonne brésilienne.

ASUNCION.
SABADO 13 DE JULIO DE 1867.
NUMERO 690.

EL SEMANARIO
DE
AVISOS É CONOCIMIENTOS UTILES

Año XV.
Quarta época.

la invasion del norte.


La presente guerra es un tejido de gloriosas coronas que formará el mas precioso monumento nacional, en los anales de su historia. Donde quiera que los hermosos colores de la República flamean ante el trapo de los conquistadores, el triunfo es el séquito que lleva como el simbolo de la justicia y de los buenos principios.

Cuando la ofensa inferida á la nacion nos obligó á la guerra que llegó ser el único desagravio que podia aleanzar nuestro honor ofendido, nos dirijimos à Matto Grosso, donde los imperiales habian acumulado formidables elementos de guerra. Que sucedió entonces ? Coimbra fué el único punto que ha hecho frente á nuestras armas por dos dias, para que pudiera revelarse allí por la primera vez el témple del soldado paraguayo, que iba á luchar por la libertad americana, y la cobardia del enemigo que huyó entonces, como huye constantemente á la sola vista de nuestros guerreros.

Despejado aquel terreno, nuestras armas corrian hácia el E. y S. donde el enemigo no osó hacernos frente como en Matto Grosso. El tricolor nacional dominó entonces de Corumbá á Goya, de Miranda á Uruguayana.

La traicion de Estigarribia fué uno de aquellos accidentes dolorosos de la guerra ; pero allí mismo el enemigo cargó todo el baldon de aquel acto, por que no teniendo la résolution de vencer con las armas, tuvo el cinismo de comerciar con las intrigas y el oro.

No es necesario recordar las glorias que hemos recojido en nuestro territorio, pues esos recuerdos palpitantes son los que levantan nuestra frente con orgullo, los que agitan nuestro corazon de entusiasmo, y nos prestan la fé en el favorable resultado final de la lucha.

El enemigo agoviado bajo el peso de las derrotas, y de toda la clase de calamidades, vejeta tristemente en el lugar que le hemos designado, perdiendo toda esperanza de avanzar con ventaja por esta parte en protection de sus fines.

Pero no por eso esos infames han depuesto sus pretensiones, y por do quiera buscan los medios de echarnos al cuello la coyunta del esclavo.

Creyendo que nuestra atencion y nuestras fuerzas estaban concentradas en Paso Pucú, pensaron dar un golpe estratéjico atacándonos por el Norte, allá donde nuestras lejiones habian hecho ya sentir á los cobardes negros del império el poder de los que enarbolan la bandera tricolor de la República.

Mas de tres mil hombres de las tres armas se precipitaron sobre nuestro territorio con la consigna de apoderarse de la Villa de Conception, y establecer la finea divisoria entre el império y el Paraguay por el Ypané, y el Jejuy quizá. El coronel Francisco Antonio Dacosta Camisão[1] era el Gefe de la columna que venia á ejecutar las ordenes imperiales ; acompañábale un gran tren, y considerable número de mugeres, con que decia venir à repoblar Conception, y todos sus movimientos, y aparatos estaban esplicando que se encaminaba á cosa hecha, y que nadie le disputaria la posesion de las nuevas tierras que venia á ocupar en nombre de su soberano.

Mas, los cálculos militares y políticos concebidos en el Gabinete del imperio, y de que se prometia resultados de grandes consecuencias, fueron desbaratados del modo mas cumplido y ignominioso en el campo de la accion por la alta prévision y acertadas disposiciones del mariscal Lopez y el valor marcial de los intrépides soldados que vigilan aquella frontera.

No hemos tenido aun una campaña tan corta, fácil y tan gloriosa como la que acaban de hacer nuestros bravos en el Norte, aniquilando, con una série de triunfos, la columna conquistadora que ha llevado el estupendo castigo que merecia su audaz atentado.

Los pormenores de esta campaña es la apologia de la disciplina, y valor paraguayos, y la completa nulidad, y cobardia del enemigo en la guerra ; es una pájina importante y gloriosa en la historia de la presente lucha, y explica el robusto apoyo que el hecho del Norte presta á la Victoria final sobre el enemigo.

Vamos á esponer brevemente á nuestros lectores.

El enemigo con cuatro batallones de infanteria, un regimiento de caballeria, cuatro piezas de cañon, y muchos indios Mbayás, sus aliados, todo en número como se ha dicho de mas de tres mil hombres, invadieron nuestro territorio, y pasaron el Apa en el paso de Bellavista el 28 de abril. Nuestra fuerza al mando del mayor Urbieta se hacia perseguir del enemigo con el objecto de concentrarlo todo lo posible, para hacer mas certero el golpe que le preparaba. Camisão avanzó hasta el arroyo primero siete leguas del Apa ; pero la mañana del siete de mayo, su descubierta llegó á divisar el regimiento N. 21 de caballeria, que al mando del decidido mayor ciudadano Blaz Montiel habia llegado en proteccion el dia anterior. La descubierta fué sacudida por algunos tiros de cañon y fusileria, y volvió á incorporarse á la columna.

Sin mas precedente que esto, el enemigo se detuvo, y yá al dia siguiente se disponia a emprender la fuga, volviendo sobre sus pasos.

Estaba claro, ellos venian á posesionarse tranquilamente de nuestras poblaciones, no contaban con ninguna oposicion, porque creian indefensas nuestras fronteras, y por eso la vista de nuestros bizarros defensores les bastó, para emprender el camino del cobarde.

Mas, para entonces, el denodado capitan ciudadano Crecencio Medina con un escuadron del regimiento N. 3, y una mitad de la compañia de cazadores del batallon N. 18, al mando del teniente Soilo Almada se habia adelantado, y se encontraba en el camino que debia llevar el enemigo. Era el dia ocho de mayo ; este marchaba en columnas compactas formando cuadro, dentro del cual llevaba su abasto, petrechos y demas bagajes. El capitan Medina ocultó su infanteria, y él con su escuadron se colocó de manera á caer sobre la columna á la primera descarga de la infanteria. Era un acto atrevido de especial arrojo, pero que podia traer consecuencias muy favorables, como realmente sucedió.

El enemigo emprendia su fuga descuidado, y muy lejos de pensar que nuestras fuerzas se encontrasen yá a su paso, así fué que la descarga de la infanteria hecha á boca de jarro, y la inmediata arremetida de la caballería le sorprendió completamente, y la lanza y la bayoneta se empaparon en la sangre de los invasores, que se pusieron en dispersion, cubriendo el campo con sus cadáveres. Como dos batallones de una de las alas tuvo lugar de reunirse, y formar cuadro, el alferez Alejos Torres con una guerrilla cargó el cuadro que encontró todavia descubierto un costado por donde entró y lo dispersó completamente. Se calcula al enemigo una pérdida de 200 hombres en esta accion, mientras de nuestra parte no alcanzó á 16. El castigo fué terrible, y las proezas de nuestros bravos son dignas de toda ponderacion, pues ha vencido allí á un enemigo infinitamente superior en núméro y elementos. Esta prueba de intrepidez ha hecho temblar el enemigo, pensando en un ataque general de nuestras fuerzas, y así fué que no pensó un momento en hacer la mas leve oposicion, sino en huir con la mayor presteza, pues desde entonces comenzó yá por quemar sus bagajes pesados.

El 10 de mayo se encontraba otra vez repasando el Apa por el mismo paso que, encontrando á nado tuvo que hacer una puente para su passage ; pero el activo y denodado capitan Medina que habia engrosado sus fuerzas con el regimento N. 21 y una compañia de infanteria de Conception, al mando del teniente Zarate y alferez Roa, se encontraba otra vez yá en su camino : mientras que el resto de las fuerzas guardaban sus espaldas.

El enemigo marchaba en el mismo órden, y buscaba el lugar llamado Machorra, cuando de repente cayó sobre él, con el impetu de la carga que sabe dar nuestra caballeria, la fuerza que llevaba á su cabeza el capitan Medina. La infanteria enemiga no tuvo tiempo de hacer sino una descarga, cuando nuestra cabelleria habia euvuelto el cuadro, y hacia la mas grande carniceria á sable y lanza : el enemigo que no pude resistir en el arroyo primero fué incapaz de hacerlo aquí acometido por mas fuerzas, y así se dispersaron sus soldados como ovejas acosadas por los lobos.

El objeto de esta carga era dar un otro golpe al enemigo y quitarle el resto del ganado que le quedaba, para desnudarlo de todo recurso. Esto fué llenado satisfactoriamente, por que despues de la gran mortandad, nuestros soldados le arrebataron cerca de 300 reses, cargueras y bueyes y mulas, y no le quedaron sino los bueyes que estaban uncidos á sus carros.

Esta jornada fué espléndida para nuestras armas y muy gloriosa para los bravos soldados que en ella recogieron la palma del triunfo.

La caballeria se ha portado brillantemente y la infanteria con el denuedo que le es proprio. Han habido interesantes episodios del heróico valor de nuestros soldados, que la premura de la narracion nos hace desistir de de consignar aquí. Sin embargo no podemos dejar de hacer especial mérito de la bravura del soldado de caballeria Leonardo Ayala, del regimiento N. 21 vecino de San Ignacio, que en el ímpetu de la carga se dirijió resueltamente sobre un cañon para tomarlo y ya habia conseguido enlasarlo, cuando cayó gloriosamente en su empeño ; pero deja su nombre á la posteridad, y su ejemplo á sus compañeros de armas.

Sigamos ahora los pasos del desecalabrado ejército, asi como hicieron nuestros valientes para completar su desastre.

Aliviaron mas sus bagajes quemándolos, y continuaron su camino tomando la direccion de Nioac ; pero yá bajo la guardia de nuestra caballeria que á vanguardia, retaguardia, y costados les cerraban, quitándoles todo recurso y esperanza de salvacion.

Arrebatádoles sus provisiones de boca no les quedaba sino los bueyes de sus carros : aceleraron su fuga ; pero nuestros soldados cuando querian detenerlos prendian fuego á los pajonales que se encontraban en su camino.

Cada dia que pasaba, la mortandad se aumentaba en sus filas dejando 16, 20 y 30 muertos en los lugares que acampaban ; registrábase al principio en casi todos los cadáveres las huellas del sable de los dias ocho y diez, pero bien pronto acosados del hambre fueron victimas de él.

Nuestra caballeria, retirando todo recurso y cerrándoles siempre por todas partes, hacia acrecentar en ellos el padecimiento del hambre, y tuvo que recurrir á las tunas, á la raiz y corazon de los árboles, y hasta comieron perros para alimento.

Y para el colmo del desastre, Dios habia reservado á esos infames para espiar su crimen un castigo aun mayor. El cólera, esa terrible peste que habia asomado hasta poblaciones de los aliados, y arruinado el ejército enemigo del S., apareció entre ellos con todos sus horrores, haciendo el mas espantoso estrago.

Espiacion justa que la providencia ha descargado sobre la cabeza de los infames que han venido á querer esclavizar á un pais cristiano y libre !

Al principio enterraban sus cadáveres ; pero despues ya no pudieron hacerlo por su mucho numero, abandonaban sus muertos, entre los que se encontraron muchos oficiales y mugeres.

La mortandad fué acrecentando de dia en dia en sus filas, sin embargo marchaba constantemente, siempre conducido por nuestra caballeria que formaba un círculo de hierro á su derredor.

El enemigo que en todo su vigor y fuerza habia sido impotente para competir con nuestros soldados, enfermo y débil no tuvo la resolucion de hacer la mas minima tentativa de ataque. Siguió su destino, vencido, y resignado á la merced de nuestras armas.

Nuestros soldados clamaban por llevar sobre aquellos restos un ataque, seguros de encontrar una victoria barata : sus gefes no les permitieron ; no era necesario, iba á derramarse inútilmente la sangre, y cuando se puede vencer al enemigo sin ella, es mas glorioso, y mas conforme con la humanidad que siempre hemos tenido en cuanto es compatible con la guerra.

El resto de la columna seguia adelante, dejando gran número de desertores y cadáveres. Llegó sobre las orillas del Mbotetey que encontró á nado, y tuvo que permanecer allí cinco dias. Aquí fué donde la epidemia hizo en sus filas los estragos mas grandes, y aquí fué tambien donde el gefe de la espedicion Camisão murió, siguiéndole en el sepulcro su segundo, el teniente-coronel Galvão[2]. El mayor José Tomas quedó entonces á la cabeza de las fuerzas que pasaron el Mbotetey, y siguieron el rumbo de las cordilleras. Allí quedaron cientos de cadáveres, y hasta moribundos, armamentos de todas clases, carros, etc. Cada dia se aumentaba entre ellos el hambre y la peste ; pero marchaban adelante. Nuestra caballeria los pastoreaba dia y noche.

Entraron nuestros soldados en Nioac, que estaba completamente evacuado, y sacaron de allí gran número de fusiles, fardamento, pólvora y provisiones de boca.

Pasaron adelante, y siempre moleslando al enemigo, lo llevaron hasta tirarlos, el dia cuatro de junio, otro lado del Aquidaban[3]. Estaba reducida entonces la columna enemiga á menos de quinientos hombres ; pero eran cadáveres ambulantes, reducidos al estado mas calamitoso y desesperante.

Nunca un ejército habia sufrido desastre tan terrible, y espiacion mas justa. Sus padecimientos han sido inmensos, su camino está trazado por sus cadáveres. Hasta 800 victimas se han contado muertos solamente de la peste.

Dios ha auxiliado nuestras armas, para confundir á los osados que quieren esterminarnos.

El ejército quiere esterminar nuestra patria, el ejército enemigo del Norte ha sido desecho. Se le han tomado 38 carretas con provisiones y municiones, armas y ropas en cantidad, ganados y mulas.

El regimiento N. 21 que siempre se ha distinguido por el impetu en sus cargas, ha sobresalido blandiendo esta vez sus armas sobre la cabeza de los invasores del Norte, y digno es de notarse que siendo uno de los regimientos que mas ha peleado es el que menos ha sufrido. Esto advierte, que la impetuosidad de la carga sobre el enemigo es una inmensa ventaja, que deben no olvidar nuestros valientes del ejército. Pero al recomendar el regimiento N. 21, debemos colocar en la misma escala al regimiento N. 3, la infanteria de Concepcion, la compañia de cazadores del batallon N. 12, que son los que mas han trabajado en esta laboriosa campaña.

El ejército que venia á apoderarse de nuestras problaciones, esclavizar nuestras familias, y trazar su línea divisoria, despedazando nuestro pais, ha sucumbido á la aparicion de la falanje Paraguaya del Norte. Ella puede decir, como Cesar : Llegué, vi, vencí.

El desastre de ese ejército repercuitrá como un golpe terrible sobre el ambicioso Emperador, que vé desecha una de sus mas grandes esperanzas, y le llevará una conviccion mas de que sus esclavos jamás conquistarán la tierra de los libres.

Estamos pues de felicitaciones por el importante suceso que acaba de alcanzar el esfuerzo de nuestro brazo : es una venganza terrible que debe horrorizar al invasor y echar por tierra su espiritu abatido.

Felicitamos ardientemente á la patria por la nueva gloria, y al Gefe Supremo de la República, cuya prevision y tino guerrero han arrancado del enemigo tan valioso laurél.

Felicitamos á la denodada columna del Norte, castigo y terror del cobarde invasor (sic).

FIN DE L’ANNEXE.
  1. comme on le voit, le nom du colonel Camisão est altéré dans ce rapport. Il s’appelait Carlos de Moraes Camisão.
  2. Comme on l’a vu, ce n’est pas le lieutenant Galvão qui y est mort, mais bien le second commandant lieutenant-colonel Juvencio.
  3. Aquidauaña